Sermón de Semana Santa

Semana Santa, tiempo de silencio, de introspección,

de meditación, de oración o así al menos debería ser. Nosotros, los amantes de la bolsa, sin embargo, siempre tenemos nuestra pasión en la mente, siempre hay para leer un nuevo artículo en un blog, un nuevo comentario en un foro, un libro que ha caído en nuestras manos o echar un ojo a una empresa que nos gusta. Hoy voy a tratar de unir en este post, dos mundos tan distintos como son la religión y la bolsa, pero que a mi juicio tienen un punto clave en común que es el domino de uno mismo.


Invertir en bolsa, en mi opinión, es una cosa que todo el mundo debería haber hacer, no como medio  de generar un sistema de rentas, sino como una experiencia personal  de lo más enriquecedora. Mil y un demonios aparecen en nuestra mente cuando compramos una acción (miedos, dudas, arrepentimientos, impaciencia), no digamos ya cuando vemos que el mercado se desploma o alguna de nuestras acciones se dispara. Emociones que normalmente no sientes a diario recorren todo tu cuerpo, a las que tienes que hacer frente si no quieres que ellas tomen el control de tu cerebro y de tus inversiones. Aprender a controlar estas emociones, nos ayudará a madurar en el terreno personal y posteriormente podremos aplicarlo a otros ámbitos de nuestra vida.


Según la tradición cristiana son siete los pecados capitales: lujuria, gula, envidia, avaricia, ira, pereza y soberbia. Podemos decir que los pecados capitales del inversor son los 5 últimos:

-Envidia: el pecado de los españoles.Aunque en este mundillo de blogs y foros apenas lo he visto.Lo personalmente sí que me ha perjudicó en mi operativa cuando empecé en este mundo, era el deseo que tenía de batir al mercado.

Esto me daba un stress adicional, que me hacía cometer más errores. Ahora me dedico a crear un sistema de rentas mediante la compra de acciones de buenas compañías, no miro cuanto vale mi cartera, porque no la voy a vender. Hoy puede valer 10, dentro de un mes valdrá 8. Me da igual.
-Avaricia: nuestros deseos de ganar mucho dinero en poco tiempo nos van a volver a jugar malas pasadas. En vez de comprar empresas sólidas y contentarnos con un dividendo bajo pero creciente, compramos otro tipo de empresas para especular. Las consecuencias no suelen ser buenas.
-Pereza: muchas veces compramos acciones de una empresa, sin saber lo más mínimo sobre ella. Me lo ha recomendado un conocido... , tengo una corazonada.... , lo recomienda tal casa de análisis ...... .
-Ira: lo podemos aplicar en el sentido general a perder los nervios, ya sea en momentos de euforia como por momento de pánico.
-Soberbia: encadenar una buena racha puede hacernos creer que estamos por encima del mercado y por encima de nuestras propias capacidades. Recordemos que somos pececilllos en un mar de tiburones, estamos compitiendo contra los mejores del mundo y nosotros somos simples aficionados.



Para luchar contra estos "pecados" tenemos a nuestra disposición tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y cuatro cardinales (prudencia, justicia, templanza y fortaleza) que podemos decir que son las siete virtudes del inversor.

-Fe: creer en aquello que no hemos visto con nuestros propios ojos. No creo que nadie de nosotros conozca personalmente a alguien que haya alcanzado la independencia financiera. Leemos sus blogs o sus comentarios en foros y nos fiamos de su palabra, de sus consejos, de su experiencia.
-Esperanza: confiamos en lograr la independencia financiera, dejar de trabajar, tener todo el tiempo del mundo para nosotros.

Largo y difícil es el camino, debemos tener estos objetivos presentes para que nos insuflen ánimos en los malos momentos.
-Caridad: leer las experiencias, los errores y aciertos de otras personas es terriblemente enriquecedor. Realizar nuestras aportaciones ayudará al que viene detrás.
-Prudencia: nadie da duros a cuatro pesetas. Debemos huir de aquellas inversiones que nos presentan como seguras y ofrecen una alta rentabilidad.
-Justicia: es definida por la doctrina cristiana como:" una virtud cuya práctica establece que se ha de dar al prójimo lo que es debido, con equidad respecto a los individuos y al bien común". Podemos interpretarlo como la obligación de tributar por nuestros dividendos y nuestras plusvalías en la compra/venta de acciones. Aunque ya sabéis mi opinión sobre que los dividendos no deberían estar gravados, ya que las empresas ya pagan el impuesto de sociedades y de este modo a los dueños de la empresa (accionistas) se nos está grabando dos veces por lo mismo. Más información en mi artículo Divide et Impera .
-Templanza y fortaleza: constancia y perseverancia en nuestra estrategia, firmeza en momentos de caída, no ir detrás de una acción en el momento que repunta, control de los nervios....

Desde aquí me gustaría desearos a todos que paséis unos días muy agradables en compañía de familiares y amigos. Nos vemos a la vuelta.

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